En el mundo en que vivimos tan dependiente de las altas tecnologías y complicados aparatos electrónicos, resulta especialmente refrescante leer los resultados de un estudio recién publicado en la prestigiosa revista Neurology que ha demostrado que los perros con entrenamiento dirigido al cuidado de personas con epilepsia no sólo pueden ayudar a detectar y reaccionar antes ante las crisis de sus amos sino que también logran tener un impresionante impacto en la reducción de crisis y mejoras notables en la calidad de vida incluso en pacientes con epilepsia refractaria.
Estos perros entrenados para este propósito, reconocen las crisis y pueden responder cuando ocurren. Están capacitados para identificar la actividad de las crisis en la persona con la que están asociados mediante la observación de los movimientos corporales, los sonidos y las señales fisiológicas. El conjunto de tareas de respuesta depende de las necesidades de atención de la persona con epilepsia, pero generalmente incluye la activación de un sistema de alarma, la toma de medicamentos o un teléfono, el bloqueo del movimiento de la persona o el cambio de la posición del cuerpo de la persona.
El estudio representa el examen más completo y riguroso, hasta la fecha, sobre el impacto positivo de los perros entrenados en la frecuencia de las crisis, los días libres de crisis, la gravedad de las crisis, la calidad de vida y el bienestar en personas con epilepsia refractaria, para la que actualmente no existen más opciones de tratamiento.
Los participantes del estudio tuvieron una alta carga de crisis en el periodo de base, con un promedio de 44 crisis por período de 28 días. La frecuencia de las crisis disminuyó en un 3,1% cada período consecutivo de 28 días con la intervención, lo que resultó en una reducción acumulada del 33,9 % después de 1 año. Se observó una reducción del 25% al 49% en la frecuencia de las convulsiones en 4 participantes, y una reducción del 50% al 100% en 7 (28%) participantes.
Si bien la comparación con otros estudios es complicada, los resultados son asombrosamente positivos. Para ponerlos en perspectiva, la cifra que se atribuye como promediado de los fármacos anticrisis frente al placebo se ha establecido entorno al 21% en lograr una reducción de crisis superior al 50%. Los mecanismos precisos por los que estos perros pueden disminuir la frecuencia de las crisis no están claros, aunque se sugiere una posible relación con la reducción del estrés.
El estrés es el desencadenante más común de las crisis, con la mitad de las personas con epilepsia que reportan crisis precipitadas por estrés. Las tareas que realizan los perros entrenados pueden aliviar la ansiedad relacionada con las crisis, reduciendo potencialmente las crisis precipitadas por estrés. Además, los perros con crisis pueden facilitar una acción rápida cuando se produce una crisis, limitando el riesgo de lesiones relacionadas con las crisis y también proporcionar compañía a medida que la crisis disminuye, un período durante el cual la persona puede sentirse desorientada y ansiosa.
No es extraño que estos efectos lleven a una mejora global en la calidad de vida, como quedó demostrada en este estudio. Los participantes con perros tuvieron incrementos significativos en las puntuaciones de calidad de vida específicas de la epilepsia, con las mayores ganancias en la función social y las medidas de preocupación por las crisis. Estos efectos se incrementaron a lo largo del período de intervención.
Estudios anteriores han sugerido que la mejora de la calidad de vida puede deberse en parte al comportamiento de alerta de los perros con las crisis, lo que potencialmente conduce a una anticipación más oportuna de las ocurrencias de crisis, reduciendo así la ansiedad relacionada con la imprevisibilidad de las crisis. Se ha demostrado que los perros exhiben respuestas conductuales confiables y oportunas a las crisis, proporcionando señales a sus propietarios tan pronto como 15-45 minutos antes de una crisis, lo que permite a los propietarios tomar medidas de seguridad proactivamente, como notificar a los miembros de la familia, asumir posiciones de seguridad y administrar medicamentos de rescate.
Un cambio fisiológico clave detectado por los perros entrenados es la identificación del olor específico que emite una persona individualmente durante una crisis que puede ser reconocido con precisión por perros entrenados en hasta el 97% de los participantes. Esta capacidad de los perros con crisis ofrece inmensos beneficios clínicos, mejorando la independencia, oportunidades de empleo, confianza en sí mismo y, por lo tanto, calidad de vida en personas con epilepsia.
Si bien los hallazgos de este estudio son prometedores, los resultados deben interpretarse con precaución, a la espera de ensayos clínicos más grandes. Un desafío relacionado con el uso de perros con crisis es el coste muy alto del entrenamiento lo que supone una gran limitación del acceso a este tratamiento solo a aquellos que puedan permitírselo. Sin embargo, a medida que surgen más pruebas que apoyen el uso de perros entrenados, con más ensayos controlados podrían presionar para mejorar la accesibilidad de este servicio.
Para saber más:
van Hezik-Wester, V., et al. (2024). «Effectiveness of Seizure Dogs for People With Severe Refractory Epilepsy: Results From the EPISODE Study.» Neurology 102(6): e209178.
Mbonde, A. A. and A. Z. Crepeau (2024). «Paws for Relief: Insights From the EPISODE Trial’s Findings on the Role of Seizure Dogs in Treating Refractory Epilepsy.» Neurology 102(6): e209255.