La imprevisibilidad de las crisis epilépticas constituye uno de los factores que más influye negativamente en la calidad de vida de una persona con epilepsia. Aunque es un área de intensa investigación con nuevos aparatos electrónicos (véase nuestro post previo http://www.epilepsiamadrid.com/2015/08/30/son-efectivos-los-dispositivos-moviles-de-deteccion-de-crisis/), actualmente, no hay herramientas validadas y fiables para la predicción de ataques que puedan aplicarse al entorno doméstico. Si bien la información sobre los perros de alerta de crisis (perros que muestran cambios en el comportamiento antes de una crisis epiléptica que el dueño interpreta como una alerta) es en su mayoría anecdótica, se ha reportado que vivir con un perro de alerta mejora la calidad de vida de la persona con epilepsia al reducir el estrés originado por la imprevisibilidad de las crisis. Este hecho puede llegar incluso a tener un efecto positivo disminuyendo la frecuencia de las crisis.
En un estudio recién publicado en Epilepsy & Behavior en el que hemos tenido el placer de participar, se presentan los primeros datos del estudio EPIDOGS, siendo el primero en incluir una gran población internacional de personas que informan de padecer epilepsia activa al tiempo que aporta una descripción de los comportamientos de los perros en los momentos iniciales de las crisis junto con información clínica que ayuda a comprender mejor el contexto alrededor de la aparición de estos comportamientos caninos.
Se analizaron las respuestas a cuestionarios estructurados de 227 personas en un total de 6 países participantes: 132 de personas con perros que habían comenzado a alertar espontáneamente, 10 de dueños de perros entrenados para este motivo y el resto de dueños de perros que, aparentemente, no mostraban ningún comportamiento de alerta evidente.
Las personas que indicaron que experimentan síntomas premonitorios de las crisis (auras) tenían más probabilidades de tener un perro que avisaba espontáneamente de las crisis. Los comportamientos de alerta más frecuentes descritos fueron pararse junto a los amos y lamerles la cara y/o las manos.
El vínculo emocional entre propietario y perro fue significativamente mayor con los perros capaces de alertar en comparación con los que no alertaban, obteniendo los primeros una puntuación significativamente más alta en los rasgos de personalidad canina de “sociabilidad», «motivación» y “concentración en el entrenamiento”.
Para saber más:
- Martinez-Caja AM, et al. Seizure-alerting behavior in dogs owned by people experiencing seizures. Epilepsy Behav. Elsevier Inc; 2019;94:1– https://authors.elsevier.com/c/1Yk~f5Qt1Gk2t4