La semana que viene se aliviarán tibiamente las medidas restrictivas del distanciamiento social y podremos quedar con familiares y amigos tras más de dos meses de encierro. !Ojo! Mucha precaución y sentido común, porque el problema y el virus aún está aquí y podemos tener otro retroceso. Pero en cierta medida podremos recuperar la sensación de libertad que nos producen cosas tan sencillas como dar un paseo en familia, dejando de lado la computadora o el teléfono móvil que nos han acompañado quizás demasiado durante estas pasadas semanas.
Las redes sociales han sido muy importantes en este periodo de confinamiento para mantener nuestros contactos, como máximo exponente de los profundos impactos que tienen en el mundo moderno, muchos de ellos muy negativos. Puede que no haya tecnología desde la televisión que tenga tanta influencia en la forma en que las personas obtienen información y pasan su tiempo.
La especulación sobre el impacto en el bienestar de las redes sociales ha seguido una trayectoria marcada inicialmente por un optimismo temprano sobre los beneficios potenciales, dando paso a una preocupación por los posibles daños que pueden causar estas plataformas y el uso indiscriminado que pueden hacer con nuestros datos.
Facebook, que sigue siendo, con mucho, la compañía de redes sociales más grande, tiene 2.300 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. Desde 2016, el usuario promedio gastaba 50 minutos al día en Facebook y sus plataformas hermanas Instagram y Messenger y más aún tras la adquisición de WhatsApp.
Un reciente artículo publicado en The American Economic Review, se evalúa a gran escala el impacto sobre el bienestar de los usuarios de EEUU al usar Facebook.
A un grupo de usuarios de Facebook, seleccionados aleatoriamente, se les propuso desactivar sus cuentas durante 4 semanas a cambio de $102. De este modo, estos ciudadanos liberaron un promedio de 60 minutos al día, pasaron más tiempo socializando con otras personas sin necesidad de una conexión a internet, se volvieron menos polarizados políticamente e informaron un mejor bienestar subjetivo en relación con los sujetos controles que permanecieron en sus cuentas de Facebook. Por contra, el grupo “desconectado” de Facebook, se volvió menos conocedor de los eventos actuales. Los autores informan que después de que finalizó el período de desactivación de 4 semanas, el uso de Facebook de los sujetos inicialmente desconectados se mantuvo persistentemente más bajo que el de los controles. Además, los sujetos tratados redujeron la cantidad de compensación que exigirían para desactivar sus cuentas durante otras 4 semanas.
A pesar de que las redes sociales pueden tener sus puntos positivos, especialmente cuando las relaciones interpersonales sólo pueden manejarse en el ámbito virtual, este estudio muestra también el beneficio de poder descansar de vez en cuando de estas redes sociales, algo que podemos hacer cuando esta pesadilla de la pandemia y su confinamiento termine.
Para saber más:
Allcott, H. et al. The Welfare Effects of Social Media. American Economic Review, 110(3), 629–676. (2020)
http://doi.org/10.1257/aer.20190658