San Valentín, el mártir cristiano del Siglo III ocupa un lugar especial en la historia como patrón de las personas con epilepsia.
En los siglos catorce y quince, las crisis epilépticas fueron comúnmente consideradas como el resultado de una maldición o como el trabajo de fuerzas satánicas. Muchas personas con epilepsia se fueron de peregrinación al Priorato de San Valentín, un monasterio en la frontera entre Francia y Alemania, para curarse espiritualmente de su condición neurológica.
No se sabe muy bien cómo San Valentín llegó a ser el Patrón Santo elegido. La epilepsia también solía conocerse en inglés como “the falling sickness”, “la enfermedad que hace caer”, porque algunas crisis pueden provocar la pérdida de conciencia en las personas, lo que les hace caerse. Una hipótesis puede ser que, en inglés, Valentine suena muy parecido a la palabra alemana para “caer”, “fallen”.
Es posible que este razonamiento también se puede aplicar a otros patronatos como por ejemplo San Agustín, – en alemán «Augustinus» -, protector de los ojos, -en alemán «Augen» = «ojos» o San Blas que no sólo es protector de las enfermedades de la garganta sino también de la vejiga, en alemán «Blase»= «vejiga».