El cannabis y la marihuana son sustancias psicoactivas empleadas durante mucho tiempo por el ser humano con fines recreativos, ceremoniales y también medicinales. De hecho, el cannabis ha formado parte de la farmacopea de la medicina occidental hasta el primer tercio del siglo XX cuando sus efectos más negativos empezaron a ser conocidos.
Su efecto sobre la epilepsia no es bien conocido. Carecemos de estudios clínicos controlados que nos permitan valorar su efecto sobre las crisis epilépticas en humanos. Estudios en animales de experimentación aportan informaciones discordantes, con datos que tanto podrían apoyar un efecto beneficioso sobre la epilepsia inducida experimentalmente en estos animales, como podrían causar efectos negativos sobre la misma. Lo que sí que preocupa del uso del cannabis y otras sustancias psicoactivas es la posibilidad de que puedan contribuir a la inducción de psicosis y otros trastornos psicológicos en pacientes con epilepsia que, ya por esta condición misma, pueden tener una mayor propensión a sufrir episodios de psicosis, depresión y otros trastornos psiquiátricos.