La esclerosis tuberosa, mejor llamada por su diversidad, complejo de esclerosis tuberosa (CET), es un trastorno genético que afecta múltiples órganos (corazón, riñones, cerebro, piel…), con una incidencia estimada de 1:6.000 recién nacidos. Está causado por una mutación en el gen TSC1 o TSC2, que codifica para hamartina y tuberina, respectivamente, que controlan el crecimiento y la proliferación celular. Las lesiones cerebrales son uno de los sellos distintivos de la enfermedad, presentes en más del 90% de los pacientes e incluyen hamartomas, túberes o displasias corticales.

La epilepsia es una de las manifestaciones neurológicas más comunes del CET y afecta al 85% de los pacientes; en la mayoría de ellos, las crisis aparecen en el primer año de vida y alrededor del 40% ha desarrollado epilepsia refractaria a la edad de 2 años. La comorbilidad cognitiva es muy común, con problemas de aprendizaje hasta en el 50% de los afectados y deterioro cognitivo severo en un 1/3 de ellos.

El diagnóstico de CET se realiza cada vez más precozmente, incluso prenatalmente o poco después del nacimiento, gracias a la detección prenatal temprana de rabdomiomas cardíacos en la ecocardiografía de rutina a partir de las 20 semanas de edad gestacional.

Un reciente estudio publicado en la revista Neurology, muestra que la resonancia magnética infantil temprana (menores de 6 meses) tiene un valor predictivo de las manifestaciones neurológicas (crisis epilépticas y trastornos del neurodesarrollo) a los dos años de edad en niños con CET.

La presencia de túberes y una mayor proporción túber-cerebro se correlacionaron con la aparición de crisis epilépticas antes de los dos años. Además, los niños con una mayor proporción túber-cerebro a menudo tuvieron un retraso más acentuado en el desarrollo cognitivo y motor. Sin embargo, el tipo de mutación tiene un gran impacto en el resultado, ya que las variantes patógenas de la línea germinal TSC2 se asocian con cuadros clínicos y radiológicos más graves que otras variantes. La presencia de túberes y su carga contribuyen a la aparición de crisis, mientras que el momento de inicio de las convulsiones y su gravedad están determinados principalmente por el tratamiento preventivo iniciado en algunos casos, siendo los pacientes que recibieron tratamiento preventivo y aquellos con mutaciones TSC1 menos propensos a desarrollar epilepsia refractaria.

Los resultados también proporcionan información adicional a estudios anteriores que mostraron que un mayor número de túberes, o una mayor proporción de tubérculo a cerebro, se asocia con un peor desarrollo cognitivo.

Estos resultados tienen implicaciones importantes en la atención clínica de los recién nacidos con TSC y en la toma de decisiones respecto a la conveniencia de un tratamiento precoz.

Para saber más:

Hulshof,H et al on behalf of EPISTOP consortium. Association of Early MRI Characteristics With Subsequent Epilepsy and Neurodevelopmental Outcomes in Children With Tuberous Sclerosis Complex. Neurology Jan 2022, 10.1212/WNL.0000000000200027; DOI: 10.1212/WNL.0000000000200027