En estas últimas semanas se ha producido mucho revuelo en las redes sociales tras el estreno de Los Increíbles 2 en EEUU y también en Latinoamérica, que ha llevado a Disney a implementar un aviso para las personas con epilepsia fotosensible y condiciones afines… ya que además de crisis epilépticas, este tipo de imágenes puede provocar mareos, síncopes o ataques de migrañas en personas susceptibles.
Si bien el riesgo de sufrir crisis epilépticas ante determinados estímulos visuales (fotosensibilidad) es bajo en la población general, estando estimada en una de cada 4.000 personas, su incidencia en niños y jóvenes entre los siete y los 19 años es más elevada, y alcanza los 5,7 casos por 100.000 por año. En este rango de edad, hasta un 10% de los niños y adolescentes con epilepsia son fotosensibles, mientras que esta condición está presente en apenas un 5% de los pacientes adultos. Según las cifras mencionadas anteriormente, y asumiendo que la incidencia de una respuesta anormal en la población general entre 5 y 17 años puede encontrarse entorno al 1,5%, se puede extrapolar que en Estados Unidos hay cerca de 800.000 personas fotosensibles, según cifras de la Epilepsy Foundation y que muchas de ellas desconocen este riesgo. Extrapolando estas estimaciones a la pirámide poblacional española habría alrededor de 85.000 niños y adolescentes que estarían expuestos a sufrir crisis con estímulos luminosos….y muchos de ellos no lo saben aún….
Este rasgo viene genéticamente determinado y tiene una expresión dependiente de la edad (el riesgo es especialmente elevado en un rango de edad determinado) y es especialmente frecuente en las llamadas epilepsias generalizadas genéticamente determinadas (antes idiopáticas) y en síndromes específicos como el de Dravet. Es especialmente frecuente en mujeres y se detecta habitualmente alrededor de la pubertad, entre los 12 y los 14 años, aunque retrospectivamente se puede haber encontrado años antes de que fuera clínicamente reconocida. El problema es que es un rasgo que puede estar latente esperando a ser descubierto cuando el niño/a o adolescente susceptible se confronta con un estímulo lo suficiente poderoso para generar una primera crisis.
El estímulo desencadenante de las crisis está frecuentemente relacionado antes con la tecnología actual que con estímulos naturales (como el sol entre los árboles…) y tradicionalmente era la televisión el agente que más crisis provocaba.
La ocurrencia de varias crisis epilépticas tras la emisión de un anuncio con muchos destellos y patrones en la BBC, llevó a la creación en 1997 de unas normativas de obligado cumplimiento por parte de las cadenas con licencia de emisión televisiva en el Reino Unido. Medidas restrictivas de este tipo también se encuentran vigentes en discotecas del Reino Unido, otro lugar típico dónde suelen desencadenarse este tipo de crisis. La ocurrencia del incidente Pokemon en diciembre de 1997, cuando más de 600 niños sufrieron crisis ante la emisión de un episodio con destellos alternantes en rojo y azul, llevó la atención al contenido de las imágenes más que a la frecuencia y llevó a añadir regulación en torno al color en las normativas. Estas normativas han demostrado su efecto en reducción de crisis en Japón. La manipulación del contenido cromático de estas imágenes puede desactivar este potencial de generar crisis. Un estudio en 2012 ha demostrado la presencia en las televisiones españolas de contenido que potencialmente podría provocar crisis epilépticas en personas susceptibles y que, de acuerdo a la normativa británica deberían ser modificadas para poder ser emitidas en Reino Unido o Japón. Sin embargo, se desconoce cuántas personas pueden haber tenido crisis relacionadas con estos estímulos.
Es la desafortunada ausencia de estas regulaciones en otros contenidos audiovisuales como videojuegos o películas de cine la que ocasiona este tipo de titulares con relativa frecuencia tanto en contenido televisivo como en el cine, como en este caso. Este tipo de destellos y patrones son habitualmente utilizados por los creadores de contenido audiovisual y publicidad ya que se consideran atractivos para llamar la atención del gran público, aunque a veces con consecuencias desastrosas para las personas fotosensibles.
Consejos prácticos
Ante la presencia de estos avisos, posiblemente lo mejor es no ver la película si ya sabe si su hijo/hija es fotosensible. Si tiene epilepsia conocida pero no sabe si es fotosensible, lo mejor sería determinarlo antes de decidir ir a ver la película. ¡No todas las epilepsias tienen esta propiedad de generar crisis con contenido visual! Si padece migraña o mareos inducidos por estímulos visuales lo más prudente es posiblemente no ir a ver la película hasta saber con más detalle que tipo de estímulos se presentan.
Si aún así se quiere uno arriesgar a verla, lo más prudente es sentarse lo más lejos de la pantalla y ante este tipo de estímulos taparse un ojo cuando salgan estas imágenes, lo que disminuye enormemente la cantidad de corteza cerebral que se ve afectada por el estímulo. Esto es lo que hay que hacer cuando un estímulo de estas características nos resulta desagradable. También el uso de gafas de sol que reduzcan la intensidad del estímulo luminoso pueden ser útiles. Sin embargo, estas medidas disminuyen considerablemente la comodidad de ver la película.
Para saber más:
Parra J, et al. Photosensitivity and visually induced seizures. Curr Opin Neurol. 2005 Apr;18(2):155–9. http://eutils.ncbi.nlm.nih.gov/entrez/eutils/elink.fcgi?dbfrom=pubmed&id=15791146&retmode=ref&cmd=prlinks
Parra J, et al. Removal of epileptogenic sequences from video material: the role of color. Neurology. 2005;64:787–791. http://www.neurology.org/lookup/doi/10.1212/01.WNL.0000152875.67527.61
Parra J, et al. Is colour modulation an independent factor in human visual photosensitivity? Brain. 2007 Apr 23;130(6):1679–89. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17525144
Parra et al. Potentially seizure provoking video sequences in Spanish TV: the smoking gun. Epilepsia, 53(Suppl. 5):1–245, 2012, doi: 10.1111/j.1528-1167.2012.03677.x