Las funciones sexuales juegan un papel importante en una vida sana. Junto con dormir y comer, el sexual es uno de los impulsos humanos básicos. La satisfacción sexual y el desempeño sexual saludable son factores importantes para determinar la calidad de vida de los adultos.

La disfunción sexual se define como la dificultad experimentada por un individuo o una pareja durante cualquier etapa de una actividad sexual normal que causa angustia y tensión en las relaciones interpersonales y se ha identificado como un importante problema de salud pública durante las últimas dos décadas. Se sabe que muchos trastornos médicos comunes como la diabetes, la hipertensión y la depresión causan disfunciones sexuales. El hecho de que la epilepsia se asocie con disfunción sexual se conoce desde hace más de 70 años. A pesar de esto, la prevalencia y la naturaleza de las disfunciones sexuales en personas con epilepsia, sus causas y las estrategias de manejo óptimas son poco conocidas.

Muchos factores contribuyen a este desconocimiento. Tanto médicos como pacientes suelen mostrarse reacios a hablar sobre salud sexual en la consulta. Existe una gran incomodidad entre los médicos a la hora de diagnosticar y tratar las disfunciones sexuales que, a menudo, requieren un enfoque multidisciplinario. Además, muchos pacientes, aún consideran tabú hablar de disfunciones sexuales y las pueden llegar a aceptar como parte de su enfermedad.

Una limitación importante para identificar los trastornos sexuales es la naturaleza subjetiva del problema. Estos trastornos pueden estar influenciados por la relación interpersonal con la pareja y factores socioculturales.

La hiposexualidad, definida como la disminución del deseo sexual y cuantificada como actividad sexual menos de una vez al mes, es una de las más comunes. Gastaut y Collomb en 1954 describieron la hiposexualidad en 26 de 36 (72%) pacientes con crisis parciales complejas. Asimismo, Blumer y Walker en 1967 describieron una marcada hiposexualidad en 11 de sus 21 pacientes (52%) con epilepsia del lóbulo temporal. Esta hiposexualidad se manifestó en forma de un interés enormemente disminuido en todos los aspectos de la vida sexual. Sin embargo, el impulso sexual a menudo está influenciado por factores sociales, culturales y ambientales. La identificación de la disfunción sexual también depende del nivel de angustia y tensión interpersonal que siente una persona que resulta, nuevamente, subjetiva.

Posteriormente, muchos otros informes se han centrado en las disfunciones sexuales en personas con epilepsia. No obstante, la prevalencia exacta de disfunciones sexuales en las personas con discapacidad sexual y su patrón no están bien definidos. Los estudios han sido bastante heterogéneos con respecto a las poblaciones analizadas, especialmente el tipo y la gravedad de la epilepsia, el uso y el tipo de los fármacos antiepilépticos, la edad de inicio de la epilepsia y la metodología utilizada para definir las disfunciones sexuales. La mayoría de los estudios son estudios observacionales basados ​​en clínicas de epilepsia sin grupos control. La mayoría de ellos han incluido únicamente pacientes masculinos o femeninos, mientras que otros estudios han incluido poblaciones mixtas. Esto hace que la comparación entre diferentes estudios sea muy difícil.

En futuras entradas analizaremos estos factores en detalle, tanto para hombres como mujeres.

Para saber más:

Rathore C, et al. Sexual dysfunction in people with epilepsy. Epilepsy Behav. 2019;100:106495.

10.1016/j.yebeh.2019.106495