Los errores diagnósticos ocurren inevitablemente en todas las especialidades de medicina y se estiman entre el 10 y el 15%. En el caso de la neurología, se pueden deber a que se presta demasiada atención a las pruebas neurológicas sacadas del contexto clínico o bien las pruebas son mal interpretadas. El diagnóstico de epilepsia es esencialmente clínico, es decir se basa en la historia clínica, aunque se apoya en pruebas como el EEG que es el test diagnóstico más simple y específico para poder catalogar las crisis y la epilepsia adecuadamente. En este contexto existe la tendencia a que se sobrediagnostique, debido a una historia clínica con poca información y la lectura de un EEG como “patológico o anormal”.

No hay duda de que un EEG mal interpretado puede ser malo para usted. Las consecuencias de ser diagnosticado erróneamente con epilepsia son obvias y graves. Una vez que un EEG «anormal» («mostrando epilepsia») es parte del historial médico del paciente, no hay forma de que los EEG posteriores cancelen el efecto de la interpretación anormal. A diferencia de una prueba de neuroimagen como una resonancia magnética que se lee mal, repetir la prueba y obtener un resultado normal en un EEG posterior no cancelará los efectos de la «anormal», porque la prueba representa una muestra de actividad cerebral en un momento dado y puede alternar entre ser anormal y normal en el mismo paciente. Solo la revisión de la muestra “anormal” puede cancelar el diagnóstico erróneo y deshacer el resultado dañino.

Por lo tanto, el problema de la mala interpretación del EEG y específicamente el de «sobre-leer» un artefacto o una variante fisiológica normal que representa un EEG anormal es un escenario muy común que se encuentra en los centros de epilepsia de referencia.

Un artefacto en un electrodo puede simular el ritmo de una crisis focal

Un reciente número de la revista Journal of Clinical Neurophysiology aborda este problema en sus variantes más técnicas. Se estima que el 25-30% de los pacientes que inicialmente no responden a tratamiento con fármacos antiepilépticos no tienen epilepsia, sino que en su mayoría tienen ataques psicogénicos no epilépticos o síncopes. Para las enfermedades crónicas como la epilepsia, un mal diagnostico puede resultar en una etiqueta de por vida que puede ser muy difícil eliminar, y que puede tener consecuencias en empleo, seguros y similares.

El EEG, aunque una herramienta extremadamente útil, también tiene ciertas limitaciones, y sigue siendo una prueba de interpretación, y por tanto sujeta a la experiencia del profesional que lo interpreta. Puesto que los electrodos solamente se encuentran en la superficie del cráneo, puede que no registre descargas de zonas más internas como la amígdala o el hipocampo. También es muy susceptible a los artefactos, es decir alteraciones en el EEG procedentes de factores externos al cerebro, como movimientos, ruidos externos, etc. Si no se ha tenido una formación adecuada, es posible que variantes normales, artefactos o meras fluctuaciones de los ritmos cerebrales se interpreten como anormales y acaben inclinando la balanza diagnóstica hacia el lado equivocado.

La mayoría de los mal diagnosticados resulta tener crisis psicogénicas no epilépticas, que de media tardan entre 7-10 años en diagnosticarse. En otras ocasiones los diagnósticos erróneos se deben a síncopes, y en menor medida a migrañas, ataques isquémicos, ataques de pánico y amnesia. Los diagnósticos erróneos son especialmente frecuentes en pacientes con síntomas psiquiátricos. Un ejemplo son las auras psíquicas acompañadas de una sensación de miedo y característica de la epilepsia del lóbulo mesiotemporal, que pueden confundirse con ataques de pánico.

Además, también es posible que se cometa un error a la hora de diagnosticar el tipo de epilepsia. En ocasiones esto puede tener consecuencias importantes. Un ejemplo sería cuando una epilepsia genética generalizada se diagnostica como una epilepsia focal. Ciertos errores de lectura de EEG y la idea preconcebida de que la epilepsia genética generalizada no es común una vez pasada la infancia contribuyen a que se diagnostique como epilepsia focal, llevando a tratamientos equivocados.

Para saber más:

1.-Benbadis SR, Kaplan PW. The Dangers of Over-Reading an EEG. Journal of Clinical Neurophysiology. 2019;36:249–1.

2.-Amin, U., & Benbadis, S. R. (2019). The Role of EEG in the Erroneous Diagnosis of Epilepsy. Journal of Clinical Neurophysiology, 36(4), 294–297. http://doi.org/10.1097/WNP.0000000000000572

3.- Gil-Nagel A, Parra J, Iriarte J, Kanner AM. Manual de electroencefalografía. McGraw-Hill/Interamericana de España, S.A.U., 2002.