El cannabidiol (CBD) es un derivado de la planta Cannabis sativa, que carece de los efectos eufóricos y el potencial de abuso de otras sustancias del cannabis. Su formulación farmacéutica, en forma de un jarabe altamente purificado de CBD, ha demostrado eficacia en epilepsias asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut, el síndrome de Dravet y el complejo de esclerosis tuberosa con un perfil de seguridad aceptable en cinco ensayos controlados aleatorios, siendo aprobado para el tratamiento de estas entidades en Estados Unidos y Europa.
Muchos fármacos han nacido con una indicación muy precisa en el tratamiento de la epilepsia dentro de unas determinadas enfermedades muy bien definidas como “medicamentos huérfanos” pero luego no llegan a demostrar su posible efecto en otros tipos de epilepsias que permitan un uso más extenso en pacientes con epilepsias de difícil control.
Un estudio recién publicado en la revista Epilepsia aporta datos de la eficacia de este fármaco en un amplio espectro de epilepsias de muy diversa etiología. Estos datos se recogieron en el marco del programa de acceso ampliado del CBD iniciado en enero de 2014 para proporcionar CBD a pacientes con epilepsias resistentes al tratamiento y evaluar su seguridad y eficacia en pacientes con diversas epilepsias y tipos de crisis. En el estudio se incluyeron pacientes con síndrome de Aicardi, encefalopatía CDKL5 y síndrome de inversión/duplicación del cromosoma 15, entre otros.
En su análisis se confirma que el CBD adicional a otros tratamientos se asoció con una reducción sostenida de la frecuencia de crisis por un periodo de hasta 192 semanas con un perfil de seguridad aceptable. De los 892 pacientes tratados, el 64 % de los pacientes permanecieron en tratamiento. El tratamiento se asoció consistentemente con reducciones del 50-67 % en la mediana de crisis al mes y entre un 46-66% en la frecuencia total de las crisis. Las tasas de respuesta ≥50 %, ≥75% y 100 % fueron notables y similares en las victorias de 12 semanas hasta 192 semanas de tratamiento. Hasta un 48 % tuvo una reducción ≥50% en las crisis durante las primeras 30 semanas, y esto se mantuvo a lo largo del estudio. Al menos el 6 % de los pacientes no tuvieron más crisis durante el periodo de seguimiento.
Después de más de 3 años, el tratamiento con CBD fue generalmente bien tolerado y el perfil de seguridad fue similar al reportado en los ensayos controlados aleatorios. Los efectos adversos más frecuentemente reportados fueron diarrea, crisis epilépticas y somnolencia. La reducción de la dosis de CBD fue común, con el 62 % de los pacientes reduciendo su dosis en algún momento del estudio; sin embargo, la dosis media se mantuvo estable en 25 mg/kg/día durante todas las fases después de 12 semanas. En comparación con otros fármacos concomitantes, las reducciones fueron más frecuentes en las dosis de clobazam (32% de los pacientes) y valproato (36 % de los pacientes), lo que podría reflejar una mayor incidencia de ciertos efectos adversos con estos fármacos.
Esperemos que estos datos alentadores se vean confirmados en futuros estudios y se pueda definir mejor en qué pacientes el CBD pueda ser especialmente útil para controlar la epilepsia de muchas personas.
Szaflarski et al. Long-term efficacy and safety of cannabidiol in patients with treatment-resistant epilepsies: Four-year results from the expanded access program. Epilepsia. 2023; 00: 1– 11. https://doi.org/10.1111/epi.17496