Una de las preocupaciones más comunes y comprensibles de las personas que toman fármacos crónicamente para tratar sus dolencias es el posible efecto negativo del uso continuado de estos fármacos. En el caso de la epilepsia, de los más de 30 fármacos útiles, la evidencia es más bien parcheada y escasa, siendo más robusta para los fármacos más antiguos como el fenobarbital o la fenitoína.
Un nuevo estudio epidemiológico publicado en la revista JAMA Neurology aporta datos un tanto perturbadores que sugieren que los fármacos antiepilépticos podrían estar relacionados con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson (EP).
Basándose en los datos del Biobank del Reino Unido, los investigadores diseñaron un estudio de cohorte longitudinal con más de 500.000 participantes, incluyendo los datos de medicamentos de atención primaria. De estos datos, los investigadores compararon a 1433 personas diagnosticadas con EP emparejándolas con personas control y encontraron un riesgo considerablemente mayor de desarrollar EP entre aquellos que habían tomado medicamentos antiepilépticos en comparación con aquellos que no lo habían hecho. Los participantes tenían entre 40 y 69 años y fueron reclutados entre 2006 y 2010.
A un 4,3% de los que fueron diagnosticados de EP, se les había recetado un fármaco antiepiléptico antes de la fecha en que se hizo el diagnóstico. El porcentaje era tan solo del 2,5% en el grupo control. En un 4,4% se había diagnosticado epilepsia frente al 1 % del grupo control. La asociación con el desarrollo de EP era estadísticamente más fuerte con lamotrigina, levetiracetam y el ácido valproico, siendo menor con carbamazepina, aunque todos los fármacos estudiados se asociaron con un mayor riesgo de EP. Las probabilidades de EP fueron mayores entre aquellos a los que se les recetaron más de un fármaco antiepiléptico y entre las personas a las que se les emitió un mayor número de recetas.
Hubo una tendencia que vinculaba un mayor número de recetas de los fármacos más comúnmente utilizados para tratar la epilepsia y del uso de múltiples fármacos asociados con un mayor riesgo de desarrollar EP.
Estos hallazgos no tienen implicaciones clínicas inmediatas, pero sí llaman a profundizar en este tipo de investigaciones a fin de esclarecer dónde puede radicar el vínculo entre el tratamiento de la epilepsia y esta EP, que aún sigue siendo poco claro y su asociación, aún muy discutida.
Aunque una posible conclusión es que los propios fármacos aumentan el riesgo de desarrollar EP, parece haber otras explicaciones alternativas. Es posible que sea la epilepsia en sí la que esté asociada con el riesgo de EP, en lugar de los fármacos, y que pueda explicar parte de esta asociación. También los cambios en la dinámica cerebral en la EP pueden aumentar el riesgo de desarrollar crisis epilépticas y, en consecuencia, recibir tratamiento.
Además, los cambios psiquiátricos asociados con la EP pueden haber llevado a la prescripción de fármacos antiepilépticos usados en psiquiatría también como la lamotrigina o el ácido valproico que se prescriben para la estabilización del estado de ánimo.
Una pregunta relevante que surge de este estudio es saber ¿qué pasa con las personas que reciben estos fármacos por razones distintas a crisis epilépticas? ¿Tienen ellos también un mayor riesgo de padecer EP? Esta sería una población muy interesante para futuros estudios ya que se centraría en la asociación entre los fármacos y la EP.
En cualquier caso es muy importante recalcar que este estudio debe ser evaluado en su contexto científico y que todas las personas que estén tomando estos medicamentos NO deben llegar a la conclusión de que deben dejarlos para no aumentar un potencial aumento de su riesgo de desarrollar EP. Si tienen dudas o preocupaciones con su tratamiento, consulten con su especialista para aclararlas.
Para saber más:
Belete D, et al. Association Between Antiepileptic Drugs and Incident Parkinson Disease in the UK Biobank. JAMA Neurol. Published online December 27, 2022. doi:10.1001/jamaneurol.2022.4699