Los beneficios de la lactancia para los niños son ampliamente reconocidos e incluyen un menor riesgo de infecciones graves del tracto respiratorio inferior, dermatitis atópica, asma, otitis media aguda, gastroenteritis, obesidad, diabetes, leucemia, síndrome de muerte súbita infantil y enterocolitis necrotizante, así como posibles efectos cognitivos positivos. ¿Pero es segura en el caso de que la madre esté tomando fármacos antiepilépticos (FAEs)?

En general, la lactancia materna por parte de mujeres que toman FAEs se desaconseja a menudo debido a la falta de información y temores excesivos tanto por parte de los médicos como de las familias. Es bien sabido que una parte importante de la exposición a los FAEs ocurre, inevitablemente, durante el embarazo. Sin embargo, la exposición de los lactantes a estos fármacos a través de la lactancia materna y los efectos a corto y largo plazo no han sido estudiados en detalle.

Un nuevo estudio de cohorte prospectivo a gran escala, publicado en la revista JAMA Neurology, aporta nuevos datos sobre la exposición de los lactantes a estos FAEs.

El estudio incluyó a 351 mujeres embarazadas en 20 centros de EE.UU., junto con sus 345 bebés. La inclusión en el estudio se restringió a mujeres con epilepsia que tenían entre 14 y 45 años, gestaciones de menos de 20 semanas y cuyas puntuaciones de CI eran superiores a 70 puntos. La lactancia materna se realizó tan solo en el 64,3% de los niños. Los investigadores siguieron a las madres durante el embarazo y durante nueve meses después del parto.

Durante la misma visita, 5 a 20 semanas después del nacimiento, los bebés y las madres se sometieron a una recolección de muestras de sangre. Los investigadores cuantificaron el porcentaje de concentración de FAEs entre bebés y madres para estimar la exposición general a los medicamentos y tomar en cuenta los procesos farmacocinéticos: absorción, distribución, metabolismo y eliminación de los medicamentos.

Se midieron los niveles de carbamazepina, carbamazepina-10,11-epóxido, levetiracetam (LEV), lamotrigina (LTG), oxcarbazepina, topiramato, valproato y zonisamida de los participantes. Alrededor del 49 % de las 7 concentraciones de AED en lactantes estaban por debajo del límite inferior de cuantificación. La mediana del porcentaje de concentración de lactante a madre varió de 0,3 % a 44,2 %. Como reflejo de la práctica clínica, la lamotrigina y el levetiracetam fueron los FAEs más utilizados en el estudio y por eso, únicamente los tamaños de muestra de LTG y LEV fueron suficientes para estudiar en detalle.

Las concentraciones medias de LTG en lactantes fueron del 28,9% de los niveles plasmáticos maternos. Solo el 28,6% de las concentraciones de LEV fueron mayores que el límite inferior de cuantificación del fármaco siendo el nivel medio de la concentración plasmática del fármaco en lactantes del 5,3% del de la madre.

La variabilidad en las concentraciones de LTG fue mayor que las observadas con LEV. Esto podría explicarse por las diferencias en la eliminación de los 2 medicamentos en lactantes. El metabolismo del hígado responsable de metabolizar la LTG no alcanza los niveles de adultos hasta aproximadamente los 2 años de edad, mientras que el metabolismo renal del LEV está favorecido en niños de esta edad, dado que los bebés tienen un tamaño relativamente mayor del riñón en proporción a su masa corporal. Además, la vida media más corta (es decir, eliminación más rápida) de LEV en comparación con la LTG podría dar como resultado un contenido de levetiracetam más variable en los bebés.

El gran punto fuerte de este estudio radica en ser el más grande en analizar la seguridad de la lactancia materna de bebés de madres que requieren terapia con FAEs.

Las debilidades del estudio provienen en parte de su diseño observacional, en lugar de un estudio aleatorizado y controlado, pero este formato sería extremadamente difícil de llevar a cabo y poco ético. Además, dado que sólo se extrajo una sola muestra de sangre para evitar molestias excesivas a los bebés, los valores longitudinales no estaban disponibles para evaluar la exposición total a los FAEs. Tan solo dos fármacos (LTG y LEV) tenían un número suficiente de participantes en el ensayo para realizar análisis estadísticos. Aún tenemos un conocimiento incompleto sobre la presencia de algunos FAEs en la leche materna y la posible exposición a los lactantes. Aunque se sabe o se cree que la presencia es de baja a insignificante, aún se necesitan estudios adicionales que aclaren estas lagunas en el conocimiento.

A pesar de estas limitaciones, este estudio proporciona datos creíbles respecto a la seguridad infantil cuando están expuestos a medicamentos anticonvulsivos durante la lactancia. También vienen a reafirmar los datos observacionales de que no existen resultados adversos claros sobre la salud del desarrollo neurológico en niños amamantados por madres que toman FAEs. Estos resultados pueden servir para orientar a las mujeres y sus médicos a tomar decisiones informadas en el mejor interés de sus hijos que mejor reflejen sus valores.

No obstante, este y otros estudios han documentado que las mujeres con epilepsia tienen menos tendencia a amamantar a sus bebés que otras madres. El embarazo y las etapas posparto pueden presentar más sensaciones de ansiedad, vulnerabilidad e incertidumbre para muchas mujeres con epilepsia incluso más que para otras mujeres embarazadas sin este problema de salud. Las preocupaciones percibidas incluyen además de la exposición a medicamentos a través de la leche materna aclarada en este estudio, la posibilidad de privación del sueño, lo que puede exacerbar las crisis.

Para saber más:

Birnbaum AK, et al. Antiepileptic Drug Exposure in Infants of Breastfeeding Mothers With Epilepsy. JAMA Neurol. Epub 2019 Dec 30. https://jamanetwork.com/journals/jamaneurology/fullarticle/2758017

¿Tiene la lactancia un efecto positivo en el desarrollo cognitivo de niños de madres con tratamiento para la epilepsia?