Se calcula que en los Estados Unidos hay cerca de un millón de mujeres en edad reproductiva con epilepsia. Cada año nacen alrededor de 24.000 hijos/as de estas mujeres.
La prescripción de fármacos antiepilépticos (FAEs) para mujeres de 15 a 44 años se ha incrementado significativamente en las últimas décadas, con más de 4 millones de recetas anuales prescritas para el tratamiento de epilepsia (20,7% de todas las recetas de FAEs), enfermedades psiquiátricas como trastornos del estado de ánimo (47,9%) y síndromes dolorosos crónicos incluyendo neuropatías y migrañas (22,2%).
Como resultado, los FAEs son consumidos por alrededor del 0,4% de las mujeres embarazadas y existe un número creciente de pacientes que reciben FAEs durante su embarazo para otras condiciones.
En una reciente publicación on-line de la prestigiosa revista Annals of Neurology, se han presentado datos del registro americano de seguimiento del uso de estos FAEs durante el embarazo en los nacidos entre 1997 y 2016.
La población del estudio incluyó a niños nacidos de 6.777 mujeres con epilepsia, 696 tratadas con FAEs para otras condiciones médicas distintas de la epilepsia y 486 embarazadas sin FAEs. El riesgo de prematuridad (nacimiento antes de las 37 semanas) fue del 6,2% para los niños nacidos de madres sin tratamiento, 9,3% para los hijos de mujeres con epilepsia tratadas con FAEs y 10,5% para mujeres con otras condiciones. La exposición prenatal a FAEs se asoció con un menor peso medio al nacer de entre 110 y 136 gramos, respectivamente, en comparación con los nacidos del grupo control, siendo más frecuente en el grupo de mujeres tratadas con FAEs por motivos distintos a la epilepsia (11%) que en el grupo tratadas con FAEs del 10,9%, con diferencias de peso medio respecto al grupo sin FAEs de 110 y 136 gramos. Si bien la proporción de mujeres fumadoras (otro factor asociado al bajo peso neonatal) en el grupo con FAEs es mayor que en el grupo control, se estima que este efecto no explicaría adecuadamente los datos encontrados. La prevalencia de bajo tamaño para la edad gestacional fue prácticamente similar en las mujeres con o sin epilepsia tratadas con FAEs (10,9% y 11% respectivamente), pero más del doble de la cifra de mujeres no tratadas con FAEs (5%).
Dentro de las embarazadas en tratamiento con FAEs en monoterapia, la prevalencia de bajo tamaño neonatal osciló entre el 7,3% para la lamotrigina y el 18,5% para el topiramato. El fenobarbital y la zonisamida eran los siguientes fármacos con mayor incidencia en el bajo tamaño neonatal. Estos datos no son tan sorprendentes si se tiene en cuenta que tanto el topiramato como la zonisamida tienen un efecto marcado sobre el peso en las personas que lo toman, en contraste con la gran mayoría de los FAEs, salvo el ácido valproico, que tiene un efecto neutro sobre el peso corporal. Se carece de información de si esta deficiencia de peso puede asociarse a complicaciones a largo plazo. Y tampoco se dispone de datos para encontrar una asociación entre mortalidad neonatal, problemas del desarrollo, conductuales o cognitivos con el uso de zonisamida o topiramato.
Para saber más:
Hernández-Díaz, S. et al. & Registry, F. T. N. A. A. D. P. (2017). Fetal growth and premature delivery in pregnant women on antiepileptic drugs. Annals of Neurology, 82(3), 457–465.