Se ha demostrado que la práctica de deportes y ejercicio físico es muy beneficiosa para las personas que sufren epilepsia, tanto fisiológica como psicológicamente. Sin embargo, aún hay muchas barreras que impiden a personas con epilepsia ejercitarse de forma segura y con confianza. Un estudio publicado en la revista Epilepsy & Behaviour realizado en Reino Unido, ha explorado las principales barreras a las que tienen que hacer frente las personas con epilepsia para hacer deporte, así como sus técnicas de adaptación para mantener el nivel de actividad física.
En el estudio las autoras entrevistaron a personas con epilepsia de entre 18 y 60 años y con variedad de crisis (tónico-clónica, parcial, ausencias, mioclónicas…).
Según los participantes, uno de los principales motivos para practicar deporte es el impacto positivo que tiene sobre su salud física y mental. Corroboran así estudios anteriores en los que se ha demostrado que el ejercicio tiene efectos beneficiosos sobre el control de crisis, disminuye los efectos secundarios asociados a la medicación, mejora el estado de ánimo, reduce los niveles de estrés, aumenta el autoestima, va asociado a una mayor interacción social y mejora la calidad de vida general.
Otro argumento importante es que los participantes, al practicar deporte, tienen la sensación de que no están permitiendo que la epilepsia rija su forma de vida y que están tomando el control de su salud.
A pesar de todos estos beneficios del ejercicio, siguen habiendo barreras físicas y psicosociales que impiden a muchas personas con epilepsia disfrutar del ejercicio. Algunas de las barreras más comunes referidas incluyen el miedo a lesionarse, la falta de apoyo social, unas recomendaciones médicas inadecuadas y crisis inducidas por ejercicio (según los datos esto solamente ocurre aproximadamente en el 1-2% de las personas con epilepsia, y puede deberse a sobrecalentamiento y/o ejercicio muy intenso). Estas barreras pueden llevar a la inactividad, que viene asociada a graves consecuencias, como el aislamiento social, baja autoestima, ganancia de peso y depresión. De ahí la importancia de investigar las adaptaciones que utilizan las personas con epilepsia para poder hacer deporte.
¿Pero cómo adaptar el deporte para que sea seguro y satisfactorio? En primer lugar, es muy importante reconocer los síntomas previos a una crisis, así como los potenciales desencadenantes de una crisis. Para algunos puede ser el sobrecansancio o el haber dormido mal la noche anterior, para otros el entrenamiento con pesas, el sobrecalentamiento… Saber lo que puede provocar una crisis permite adaptar el tipo de ejercicio y su intensidad para prevenir que ocurra.
La preocupación sobre las crisis provocadas por ejercicio de alta intensidad es muy común. Algunos participantes afirman ver una relación directa entre el aumento de la intensidad de ejercicio y una mayor frecuencia de crisis. En este aspecto, tecnologías como los monitores de ritmo cardíaco pueden ser de gran ayuda, ya que muchos de estos aparatos se pueden programar para que suene una alarma al sobrepasar un máximo de pulsaciones que se considera seguro. Esto permite saber cuándo la persona está forzando sus límites, bajar la intensidad y evitar una posible crisis.
Otro desencadenante de crisis puede ser el sobrecalentamiento. En este caso, las medidas preventivas pasan por elegir horas del día menos calurosas para hacer deporte, utilizar un termómetro y tener a mano packs de hielo para rebajar la temperatura.
Finalmente, el apoyo social es un factor clave de la motivación, mientras que la falta de apoyo social constituye la principal barrera. Participar en deportes junto con compañeros de equipo, amigos o familiares permite a las personas con epilepsia sentirse seguros haciendo ejercicio. Este tipo de apoyo aumenta mucho la confianza en uno mismo y la motivación para hacer ejercicio. No obstante, algunos participantes reportaron experiencias negativas al hacer deporte en grupo, derivadas del desconocimiento de la epilepsia.
Otro obstáculo mencionado fue la división de las recomendaciones médicas en este aspecto. Los participantes afirmaron que la mayoría de los profesionales médicos no les recomendaban de forma directa hacer deporte para su bienestar físico y psicológico; otros lo desaconsejaban explícitamente y algunos pocos lo fomentaban. En muchos casos, el paciente sentía que no podía tratar el tema con su neurólogo por falta de tiempo. Ya que las recomendaciones medicas al respecto son tan variables, es importante educar a los profesionales médicos sobre las mejores prácticas de ejercicio para personas con epilepsia.
Estas entrevistas han arrojado nueva luz sobre las adaptaciones que utilizan las personas con epilepsia para sobrepasar las barreras más comunes a la práctica de deporte. Aunque el estudio sea limitado por el bajo número de participantes, proporcionar a las personas con epilepsia una voz dentro del estudio ha permitido un mayor reconocimiento de que el ejercicio es muy beneficioso y que la adaptación para personas con epilepsia necesita ser explorada en mayor detalle para poder dar una mayor calidad de vida.
Para saber más:
1. Collard SS y Ellis-Hill C. How do you exercise with epilepsy? Insights into the barriers and adaptations to successfully exercise with epilepsy. Epilepsy Behav. 2017;70:66–71.
2.- http://www.epilepsiamadrid.com/si-tengo-epilepsia-puedo-hacer-deporte/
3.- http://www.epilepsiamadrid.com/puedo-hacer-deporte-si-tengo-epilepsia/