El coste de los medicamentos y de la asistencia médica sigue subiendo prácticamente en todos los países, aunque con distintas consecuencias según la cobertura social de cada uno. Por ejemplo, una de cada 4 personas que toma medicamentos recetados en los Estados Unidos tiene dificultades para pagarlos. Comúnmente, los planes de salud excluyen los medicamentos más nuevos o los cubren solo después de que el paciente haya probado y fallado en varios otros fármacos, lo que el plan de salud considera la primera línea. Estos condicionantes para acceder a los fármacos puede asociarse a retrasos en el tratamiento.

Recientemente se ha publicado un artículo en la revista Neurology que ofrece datos muy reveladores sobre las tendencias y costes de los fármacos antiepilépticos (FAEs). Los autores utilizaron datos del seguro social americano Medicare para comprender las complejas tendencias en las recetas y los costos de los FAEs. Examinaron los patrones de receta de estos fármacos desde 2008 a 2018 y encontraron que el uso de fármacos de primera generación (fenitoína sobre todo), inductores de enzimas y los de marca disminuyó durante este período de tiempo, especialmente según aparecían genéricos de los fármacos de segunda y tercera generación. Esta tendencia fue constante en los casos de epilepsia prevalentes y recién diagnosticados y entre los adultos más jóvenes y también entre los mayores.

A pesar de que los fármacos de marca representaban una proporción menor de días de tratamiento a lo largo del tiempo (56 % en 2008 y sólo 14% en 2018), los costes provocados por los medicamentos de marca crecieron hasta representar el 79 % del coste total. Esto fue impulsado en gran medida por el aumento de la prescripción de lacosamida que alcanzó hasta el 30% del mercado de marca. Muchos fármacos de marca costaban hasta 10 veces más por día de tratamiento que sus equivalentes genéricos.

Después de ajustar la inflación, los autores calcularon que un suministro de tratamiento de un año de medicamentos de marca se volvió un 277 % más caro, mientras que un suministro de 1 año de medicamentos genéricos se volvió un 42 % más barato en 2018 en comparación con 2010. Los costos totales de Medicare para los fármacos de marca probablemente aumentaron de aproximadamente 360 millones de dólares en 2010 a 1300 millones de dólares en 2018.

Estos datos proporcionan una perspectiva de la evolución del tratamiento de la epilepsia que es reconocible en otros países occidentales y pone el foco del problema de los altos costos de los fármacos para la epilepsia y apunta hacia posibles soluciones. En primer lugar, cuando se considera que los fármacos de marca representan el 14 % del uso total, pero provoca el 79 % del costo, sería prudente considerar alternativas, suponiendo que estas alternativas no sean de menor calidad (por ejemplo, al causar una tolerancia reducida o más efectos secundarios). Afortunadamente, muchos FAEs más nuevos ya tienen la edad suficiente para tener una versión genérica. A pesar de la disminución del costo y la mayor disponibilidad de los FAEs genéricos, el panorama general sigue siendo el de un rápido crecimiento de los costes. Si un genérico está disponible, es mucho más barato y no causa niveles séricos poco fiables, se debe considerar como una buena alternativa. En segundo lugar, cuando hay varios FAEs con un mecanismo de acción similar, eficacia similar, perfil de seguridad y tolerabilidad similar y costos diferentes, no sería prudente elegir la alternativa más cara solo porque es más nueva.

Para saber más:

Terman, S. W., et al. (2022). «Changes in the Use of Brand Name and Generic Medications and Total Prescription Cost Among Medicare Beneficiaries With Epilepsy.» Neurology.2022;99:e751-e761. doi:10.1212/WNL.0000000000200779