Tras la introducción del fármaco antipsicótico clorpromazina a principios de la década de 1950, se hicieron grandes intentos por encontrar más sustancias psicoactivas con un perfil más favorable de efectos secundarios. Manteniendo la estructura química tricíclica y realizando algunos pequeños cambios en la molécula, se desarrollaron los antidepresivos tricíclicos y la carbamazepina.

La carbamazepina, inicialmente conocida como G32883, fue desarrollada para este fin por la compañía farmacéutica suiza Geigy en 1953 pero su eficacia contra la psicosis y la depresión fue decepcionante. Por otro lado, se descubrió, algo sorprendente, que el fármaco funcionaba bien contra la neuralgia del trigémino y fue autorizada para este uso terapéutico en 1962 y todavía se usa ampliamente en esta forma severa y debilitante de dolor neuropático.

Las propiedades antiepilépticas del fármaco fueron descubiertas por casualidad unos años después y se informaron por primera vez en 1963. La carbamazepina se autorizó para la epilepsia por primera vez en 1965. Mientras que la clorpromazina y los antidepresivos tricíclicos reducen el umbral convulsivo y facilitan las crisis, la carbamazepina tiene el efecto contrario. Un ejemplo más de como sustancias de estructura similar pueden tener efectos completamente opuestos sobre el sistema nervioso.

Se promocionó hábilmente como menos sedante que la fenitoína, irónicamente, ya que la fenitoína se promocionó inicialmente como un fármaco sin sedación. El fármaco (Tegretol) cambió de manos en distintas fusiones de las compañías farmacéuticas, pasando de Geigy, a Ciba-Geigy, finalmente a Novartis. Estas compañías se convirtieron en patrocinadores importantes de conferencias y reuniones médicas y tuvieron una gran fuerza de ventas promoviendo este fármaco. Así, la carbamazepina se convirtió en el primer fármaco antiepiléptico en entrar de lleno en el floreciente mercado farmacéutico de la década de los 70 y fue el primero en obtener grandes beneficios para su fabricante.

La carbamazepina sigue siendo, casi 60 años después, uno de los fármacos antiepilépticos más utilizados, especialmente para epilepsias focales, siendo un fármaco de primera elección. Ninguno de los antiepilépticos más modernos ha demostrado de manera convincente un efecto superior en el control de las crisis focales que la carbamazepina. Por ello, se ha convertido en el tratamiento de referencia en la epilepsia focal, contra la cual se comparan la eficacia de los nuevos fármacos.

Para saber más:

1.-Nakken KO, Brodtkorb E. Chance, serendipity and antiepileptic drugs. Tidsskr Nor Laegeforen. 2017;137.

2.-Schmidt & Shorvon. The end of epilepsy? : a history of the modern era of epilepsy research 1860-2010. Oxford university press. 2016