¿Qué es el microbioma?
El microbioma es el conjunto de microorganismos (bacterias, arqueas, hongos y virus) pertenecientes a miles de especies diferentes, que viven en nuestro sistema digestivo. Juntos pesan alrededor de 2 kg, ¡más que nuestro cerebro, que pesa unos 1,4 kg! Estos microbios del sistema digestivo pueden producir y utilizar nutrientes que el cuerpo humano no puede, y esto es lo que los hace interesantes para el desarrollo de nuevas terapias.
¿Qué relación existe entre el microbioma y el cerebro?
Los antiguos griegos, por ejemplo, creían que los trastornos mentales surgían cuando el tracto digestivo producía demasiada bilis negra.
Aunque no se conocen bien los mecanismos, esta relación está siendo corroborada por la medicina moderna. Así, las personas con síndrome de intestino irritable tienen tendencia a la depresión, las personas en el espectro autista frecuentemente tienen problemas digestivos y la enfermedad de Parkinson se relaciona con estreñimiento. Además, también se ha establecido una relación entre la toma de antibióticos y mayor prevalencia de depresión.
En animales se ha podido comprobar el efecto que la microbiota tiene sobre el cerebro. Por ejemplo, cuando ratas y ratones se someten a un transplante fecal con muestras de personas con enfermedad de Parkinson, esquizofrenia, autismo o depresión, los animales desarrollan síntomas equivalentes. De forma inversa, cuando los animales son transplantados con muestras de personas sanas, en ocasiones esto consigue aliviar los síntomas.
Microbiota y salud mental
Existen diferentes mecanismos por los que la microbiota puede influir en la salud mental. Es posible que el efecto se deba a la secreción de compuestos por parte de las bacterias, que llegarían al cerebro a través de la sangre. También se piensa que algunas bacterias pueden estimular el nervio vago, que va desde el tronco cerebral a los órganos del abdomen y que comunica con neuronas que actúan como sensores del ambiente bioquímico intestinal. La inflamación podría ser otro factor importante, ya que es importante en trastornos como la depresión y el autismo y la microbiota intestinal es importante para el desarrollo y mantenimiento del sistema inmune. Otra forma de comunicación sería a través del efecto de los productos de las bacterias sobre las células enteroendocrinas, responsables de la secreción de hormonas como la insulina y otros péptidos como la serotonina, un neurotransmisor implicado en depresión y otros trastornos psiquiátricos.
El aminoácido triptófano, que producen algunas bacterias intestinales, podría ser un elemento crítico. Los microbios o las propias células del cuerpo pueden convertir el triptófano en serotonina, un neurotransmisor implicado en la depresión y otros trastornos psiquiátricos. Las células también convierten el triptófano en una sustancia llamada kinurenina, que reacciona aún más para formar productos que pueden ser tóxicos para las neuronas. Los cambios en el microbioma podrían inclinar la producción de esas diversas sustancias de una manera que perjudica la salud mental. Diversos estudios muestran que las personas con depresión convierten el triptófano en kinurenina más fácilmente que en serotonina.
El GABA es otra sustancia crítica, ya que es un neurotransmisor que inhibe la actividad neuronal en el cerebro, y su regulación errónea se ha relacionado con la epilepsia, la depresión y otros problemas de salud mental. Determinadas bacterias producen GABA en el tracto digestivo de la rata, lo que puede aumentar los niveles de GABA en el cerebro. De hecho, en estos animales los microbiomas ricos en especies productores de GABA redujeron síntomas de depresión.
¿Cuándo habrá tratamientos basados en microbios para trastornos neuropsiquiátricos?
Durante décadas, el desarrollo de fármacos para trastornos neuropsiquiátricos no ha visto grandes innovaciones. Muchos de los fármacos existentes no funcionan en todos los pacientes, y causan efectos secundarios indeseados. Por ello se ha puesto la esperanza en las terapias basadas en microbiota, es un campo que actualmente está de moda y en el que se está invirtiendo mucho dinero.… y en el que hay que ser muy prudente. Recientemente se ha descrito el intrigante hallazgo de que la microbiota intestinal de los pacientes con depresión carece de dos especies bacterianas: Coprococcus y Dialister. ¿Podría restablecerse el equilibrio emocional dotando al microbioma con estas especies?
Antes de sacar conclusiones precipitadas, todavía hay muchas preguntas sin responder sobre cómo actúan las terapias psicobióticas y los riesgos que pueden llevar asociados. Los experimentos en animales han tenido resultados prometedores, pero queda por ver si se pueden trasladar finalmente a humanos, ya que muchos efectos en animales no son replicables en humanos. Además, hay que tener en cuenta la enorme complejidad de la microbiota humana, todo un ecosistema muy complejo que resulta difícil de modificar a voluntad para obtener el efecto deseado.
Además, las terapias basadas en microbios no necesariamente cumplen los mismos criterios de eficacia que los fármacos al uso. La mayoría se comercializan como probióticos, para los que la regulación es menos estricta que para un fármaco. Lo más probable es que no haya una solución única para cada enfermedad, sino que habrá que investigar cepas y dosis especificas para cada persona.
Sin duda, vale la pena estudiar la conexión entre el intestino y el cerebro para conocerla mejor. Modificar la microbiota no será una solución mágica para los trastornos neuropsiquiátricos, pero el conocimiento derivado de su estudio podría ser útil en el desarrollo de nuevas terapias.
Para saber más
Pennisi, E. Meet the psychobioma
Science; Vol. 368, Issue 6491, pp. 570-573
https://doi.org/10.1126/science.368.6491.570