El sueño es esencial para la maduración del cerebro y un factor clave para un buen rendimiento académico y, por tanto, es particularmente crítico durante la infancia y la adolescencia. En los últimos años, se ha ido acumulando creciente evidencia que apunta que el uso de dispositivos electrónicos de pantalla en la noche afecta negativamente el sueño.

El uso de las pantallas electrónicas puede influir negativamente en el sueño a través de la luz azul de alta radiación espectral emitida por estos dispositivos que interfiere directamente con la regulación del ciclo día/noche (circadiana) por el núcleo supraquiasmático a través de la vía retino-hipotalámica. La exposición al uso de pantallas por lo tanto retrasa la subida nocturna de la hormona melatonina que promueve el sueño, lo que lleva a un aumento en el estado de alerta y una disminución de la somnolencia.

Un reciente estudio publicado en la revista Sleep aporta relevante evidencia científica de una gran población de adolescentes suizos de los efectos beneficiosos de la disminución del tiempo frente a la pantalla por la noche sobre la duración del sueño y su calidad, puesta de manifiesto como un mejor estado de alerta durante el día siguiente.

 

Utilizando actigrafía y cuestionarios diarios de sueño en 183 adolescentes (de edades comprendidas entre 12 y 19 años), los autores evaluaron el tiempo de pantalla en la noche y los hábitos de sueño durante 1 mes. El estudio incluyó una fase basal, de referencia de 2 semanas, seguida de un taller de educación del sueño de 40 minutos y una fase de intervención de otras 2 semanas, en la que se les pidió a los participantes que dejaran de usar dispositivos de pantalla después de las 9 pm durante las noches escolares. La muestra de adolescentes estudiada dormía menos (media ± SEM; 7 h 33 ± 3 min durante las noches escolares) que las 10 h (+/− 1 h) para la edad escolar (6-13 años) y 9 h ( +/− 1 h) para adolescentes (14–17 años) recomendados por la National Sleep Foundation, lo que indica un estado de privación crónica del sueño durante la semana, como lo demuestra un rebote del sueño en el fin de semana.

Durante la fase de intervención, los autores encontraron que la reducción del tiempo de pantalla después de las 9 pm se correlacionó con un tiempo de inicio del sueño más temprano y una mayor duración total del sueño (17+_2 min), que si bien resulta pequeño en relación con el tiempo total de sueño de una noche, pero es suficiente para mejorar significativamente el estado de alerta y el funcionamiento durante el día, como demostraron otros estudios. Estos efectos eran más acusados en adolescentes mayores (14-19 años).

El uso por la noche representa un enfoque válido y prometedor para mejorar la duración del sueño en los adolescentes, con posibles implicaciones para el funcionamiento y la salud durante el día. Los datos existentes muestran que la corta duración del sueño se correlaciona con una mayor fatiga durante el día, mayores sensaciones de angustia psicológica y baja estimación del estado de ánimo entre niños y jóvenes. Además, la restricción crónica del sueño a una edad tan temprana puede poner a los adolescentes en riesgo de desarrollar trastornos de salud más serios, como depresión, diabetes u obesidad. De hecho, en la muestra del estudio, tanto la corta duración del sueño como el tiempo más extendido de uso de pantallas electrónicas en la noche se correlacionaron con un IMC más alto. Estas observaciones alarmantes requieren el desarrollo de estrategias para extender la duración del sueño en los adolescentes. La restricción del uso de las pantallas electrónicas puede ser eficaz para mitigar estos problemas. Otra estrategia actualmente en auge sería actuar también modificando la hora de inicio de clases de nuestros adolescentes.

Para saber más:

1.-Perrault AA, et al. Reducing the use of screen electronic devices in the evening is associated with improved sleep and daytime vigilance in adolescents. Sleep. 2019;42:2423.

 

https://academic.oup.com/sleep/article/doi/10.1093/sleep/zsz125/5513278