Las personas con epilepsia tienen aproximadamente un riesgo de fractura ósea que duplica o sextiplica el riesgo de fractura ósea de la población general. Esto es debido a que las crisis implican más riesgo de caídas y traumatismos, pero también por el uso de fármacos para tratar las crisis, especialmente aquellos que tienen gran poder inductor enzimático en el hígado (fármacos inductores), como la carbamazepina, la fenitoína o el fenobarbital. Esta aceleración del metabolismo hepático provoca que muchos componentes básicos para la salud de nuestros huesos (como la vitamina D) se eliminen mucho más rápidamente del organismo y se generen estados carenciales que debilitan los huesos.