La relación entre la luna y las crisis epilépticas ha sido postulada desde tiempos inmemoriales, aunque nunca ha llegado a estar adecuadamente esclarecida y permanece muy controvertida. Ya los babilonios postulaban esta relación, y también lo reflejan otras culturas como la guaraní americana o la bantú africana o las experiencias de muchos sanitarios de urgencias en el mundo occidental.

Un reciente artículo publicado en la revista Science Advances, puede tener el factor decisivo que podría vincular los ciclos lunares a la ocurrencia de más crisis: la alteración de los ciclos de sueño en las fases de luna llena que llevan a dormir menos en esas noches. Y con menos horas de sueño, mayores las probabilidades de crisis en muchas personas con epilepsia.

Los autores han encontrado evidencia muy sólida de que los ciclos de sueño en las personas oscilan durante el ciclo lunar de 29,5 días: en los días previos a una luna llena, tenemos tendencia a acostarnos más tarde en la noche y dormir menos tiempo. La cantidad total de sueño varió a lo largo del ciclo lunar en una media de 46 a 58 minutos según las comunidades, y la hora de dormir se alteraba en un promedio de 30 minutos. Las noches entre tres y cinco días previos a la luna llena, es cuando se notaba que todos los sujetos se acostaban más tarde y presentaban la menor cantidad de horas de sueño. Estas noches se asocian a una mayor cantidad de luz natural disponible después del anochecer, ya que la luna creciente es cada vez más brillante a medida que avanza hacia la luna llena y, generalmente, se eleva al final de la tarde o temprano en la noche, colocándose ya muy alta en el cielo tras el atardecer. La última mitad de la fase de luna llena y las lunas menguantes también emiten una luz significativa, pero más tarde en la noche, ya que la luna sale muy tarde en esos puntos del ciclo lunar.

Estas observaciones se mantenían presentes tanto en entornos urbanos como en rurales, fluctuando de manera similar tanto en comunidades indígenas en el norte de Argentina hasta estudiantes universitarios en Seattle, el importante núcleo urbano en el oeste de los Estados Unidos. Estas oscilaciones en los ciclos de sueño de mantenían independientemente del acceso de una persona a la electricidad, aunque las variaciones son menos pronunciadas en las personas que viven en entornos urbanos.

Los autores confirmaron que las noches previas a la luna llena, cuando los participantes durmieron menos y se acostaron más tarde, había más luz natural disponible después del anochecer: la luna creciente es cada vez más brillante a medida que avanza hacia la luna llena y, generalmente se eleva al final de la tarde o temprano en la noche, colocándolo alto en el cielo durante la noche después del atardecer. La última mitad de la fase de luna llena y las lunas menguantes también emiten una luz significativa, pero en el medio de la noche, ya que la luna sale muy tarde en esos puntos del ciclo lunar.

La explicación propuesta por los autores es que se trata de una adaptación innata que permitió a nuestros antepasados ​​aprovechar esta fuente natural de luz vespertina que se produce en un momento específico durante el ciclo lunar.

Para saber más:

Casiraghi L, et al. Moonstruck sleep: Synchronization of human sleep with the moon cycle under field conditions. Science Advances 2021;7:eabe0465. https://advances.sciencemag.org/content/7/5/eabe0465

¿Influye la luna en la frecuencia de las crisis epilépticas?