Depende de si la afectación comienza y se mantiene en un determinado circuito cerebral o si expande difusamente por todo el cerebro. En el primer caso hablamos de crisis focales o parciales y su alteración clínica depende de la función cerebral perturbada. Por ejemplo, si se trata de la corteza visual, se tendrán alteraciones visuales pudiendo verse cosas inexistentes como bolas de colores o dejar de ver porciones del campo visual. Si la crisis afecta el lóbulo temporal o frontal se pueden ver crisis de desconexión, en las que la persona no es capaz de procesar adecuadamente la información circundante ni interactuar con su entorno. En muchas ocasiones, estas desconexiones son muy breves y sutiles y pueden pasar desapercibidas al entorno. Finalmente, si la alteración llega a involucrar a ambos hemisferios cerebrales de forma difusa, se produce una convulsión o crisis tónico clónica, con pérdida del control motor, caída al suelo, y sacudidas repetitivas en extremidades.